Oración a San Pancracio
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No se sabe mucho sobre el mártir San Pancracio. La principal fuente de su vida es un breve relato en latín de su martirio. De acuerdo con este texto, Pancracio nació en una rica familia cristiana en algún lugar de Frigia (en la actual Turquía). Tras la muerte de sus padres, se trasladó a Roma con su tutor. Allí San Pancracio y su tutor dieron refugio a los cristianos perseguidos por el emperador Diocleciano (284-305 CE).
Cuando el emperador se enteró de los esfuerzos de San Pancracio por salvar a los cristianos, lo convocó inmediatamente. Para su sorpresa, descubrió que San Pancracio sólo tenía 14 años y, viendo su juventud y determinación, lo sometió a una larga prueba.
Según este relato, Diocleciano quedó impresionado por San Pancracio, diciéndole: «Mi querido muchacho, sigue mi consejo y sálvate a ti mismo y abandona esta locura y te trataré como a mi propio hijo». Pero, incluso después de una larga discusión para disuadirlo del cristianismo, San Pancracio permaneció fiel a su fe. Enfurecido, el Emperador ordenó su ejecución inmediata. San Pancracio fue decapitado y enterrado por la Vía Aureliana en Roma alrededor del año 287 DC.
Como con muchos de los primeros mártires cristianos, no fue su vida o incluso su martirio lo que hizo tan popular el culto de Pancracio, sino los milagros asociados con su tumba y reliquias. Alrededor del 590 AC Gregorio, el arzobispo de Tours en Francia, afirmó que cualquiera que hiciera un juramento falso en la tumba del santo sería capturado por un demonio o se derrumbaría y moriría. En consecuencia, un juramento sobre las reliquias de San Pancras se pensó tan potente que podía ser sostenido en la corte como prueba del testimonio de un testigo.
Oración a San Pancracio
San Pancracio, tu que fuiste mártir y defensor de la Fe
Y que a pesar de todos los impedimentos continuaste fiel a la doctrina de Jesucristo
Escucha mi petición e intercede por mí ante el Señor Todopoderoso
(Realizar la petición)
San Pancracio, tu que diste tu vida por tu Fe y amor al Señor
Dame la fuerza necesaria para superar mis problemas y escucha mi plegaria
Yo te ofrezco mi corazón y mi promesa de ser fiel para con la Ley de Dios
Cumpliré con las obligaciones necesarias para servir a Dios
Y comunicaré a todos la gracia concedida.
Amen.
Después rezaremos un Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Durante cuarenta días realizaremos esta petición y prometeremos no abandonar al Santo ni a Dios, tanto si nos concede lo pedido o no.
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Nuestra cultura y sus presiones no son de Dios. Son construcciones humanas. Pero nuestra Iglesia, que es un objeto de fe, es de Dios. La fricción causada por la colisión de la cultura y la iglesia daña a los individuos, las parroquias y los gobiernos. Las chispas vuelan. Se genera calor. Los objetos se derriten. A veces, se producen guerras.
El mártir de hoy fue una de las primeras víctimas de algo mucho más grande que él mismo: el choque cultural entre un imperio moribundo y una religión naciente. Si hubiera ido a Roma sólo diez años después, Pancras habría vivido en paz. En cambio, Pancras y muchos otros fueron ejecutados, porque se negaron a doblegarse ante un líder que podría morir mañana en favor de un Dios que resucitó de una fría tumba.