Oración contra los Enemigos
ORACIONES PODEROSAS – ALEJAR A LOS ENEMIGOS
Oración de Protección para alejar Enemigos
Os pido a vosotros, Santos Angeles de la Misericordia Sagrada,
que intercedáis por mi ante Dios Padre Todopoderoso para que me salve de las manos cruentas de mis enemigos,
y que una vez me sienta liberado de ellos, pueda santificarle con mis rezos.
Haced, Sagrados Angeles, que la soberbia escape de mis enemigos y que estos, humildes, terminen postrándose ante Dios Nuestro Señor.
Haced esto hasta que haya pasado todo el peligro de ellos hasta mi, os lo ruego con fervor.
Amen.
¿Debo rezar para alejar enemigos?
Hay veces en las que deberíamos rezar contra nuestros enemigos o incluso desear que se haga justicia.
Es importante reconocer que cuando pedimos que el Señor juzgue a nuestros enemigos, no estamos pidiendo a Dios que sea injusto. Nuestros enemigos merecen la ira de Dios. Todas las personas merecen la ira de Dios. Que Dios los juzgue no es una injusticia.
Por esta razón, hay veces en que nuestros héroes de la fe rezan contra sus enemigos. Por ejemplo, el apóstol Pablo dice de cualquiera que predique un evangelio distorsionado, «¡que la maldición caiga sobre ellos!» (Gálatas 1:9).
El gran Rey David escribió muchas oraciones imprecatorias que son canonizadas en los Salmos. Por ejemplo, le pide a Dios que «derrame tu ira sobre las naciones que no te reconocen» (Salmo 79:6).
Por lo tanto, vemos que hay momentos en los que debemos (o al menos podemos) rezar contra nuestros enemigos. No es necesariamente erróneo pedirle a Dios que traiga juicio o ira. La pregunta que hay que hacerse a continuación es ¿qué momentos son apropiados para rezar contra nuestros enemigos?
¿Cuándo debo rezar contra mis enemigos?
Sólo hay algunos momentos en las escrituras en los que la gente reza contra sus enemigos. Sería sabio para nosotros no ir más allá de esas situaciones debido a la dificultad de este tema.
Vemos a David frecuentemente rezando oraciones imprecatorias cuando su vida está siendo amenazada o el pueblo de Dios está siendo amenazado. Especialmente recordando que David era el Rey de Israel que era el pueblo de Dios.
También vemos a Pablo orar contra y maldecir a aquellos que amenazan el evangelio de Cristo. Sabemos que el evangelio es de primera importancia y es el poder de Dios para salvar (1 Corintios 14, Romanos 1:6).
El evangelio es muy importante y mucha gente tratará de cambiarlo para satisfacer sus propias necesidades y deseos. Esto se debe a su pecaminosidad. Las Escrituras constantemente señalan la importancia del evangelio y de mantener el mensaje que ha sido transmitido.
Por ejemplo, el discurso de Pablo a los ancianos que la iglesia de Efeso lo incluye rogándoles que no caigan víctimas de los lobos salvajes que vendrían y atraerían a los discípulos. Incluso dice que les advirtió durante 2 años con lágrimas (Hechos 20:31).
Fuera de esto, hay pocas situaciones que puedo encontrar en las escrituras donde se rezan oraciones imprecatorias. Sólo por esta razón, estas oraciones no deberían ser muy comunes en nuestra vida de oración. Nuestra primera respuesta no debería ser normalmente la ira o el deseo de destrucción.
ORACIONES PODEROSAS
¿Cómo debo rezar para alejar enemigos?
Entonces, ¿cuál debería ser nuestra primera respuesta? La gracia. Por la misericordia y la gracia y Dios hacia nosotros, debería ser fácil que nuestra primera respuesta sea también la misericordia y la gracia hacia los demás. Esto es evidente en el «fruto del Espíritu» que se ve en Gálatas 5:22-23. El fruto incluye amor, paciencia y bondad.
La vida cristiana debe estar marcada por el amor y la gracia. No es nuestra responsabilidad vengarnos de nuestros enemigos (Romanos 12:19).
Recuerden las palabras de Jesús en esta situación porque son muy importantes. Él nos dijo que amáramos a nuestros enemigos y oráramos por los que nos persiguen (Mateo 5:44). Esta debería ser la regla de nuestra vida de oración.
Sin embargo, en la situación en la que podemos rezar para alejar enemigos, debemos asegurarnos de que nuestros corazones están en un lugar santo.
Incluso cuando alguien más ha pecado contra nosotros, podemos seguir siendo pecadores en nuestra respuesta. Por eso el apóstol Pablo nos dice: «Enojaos y no pequéis» (Efesios 4:26). Sería fácil que nuestra ira se volviera injusta y nos hiciera pecar.
No deberías estar rezando contra tu prójimo por odio a ellos. Y nunca debes rezar oraciones imprecatorias contra tus compañeros creyentes. No son tus enemigos.